Este 12 de octubre se cumplieron 530 años de la invasión de la corona española al continente americano (llamado Abya Yala por los pueblos y naciones originarias). Reproducimos las palabras de la camarada Ayelén, perteneciente a la nación Rankülche, escritas para el aniversario de los 50 años de la JCR. Un texto que reflexiona sobre el genocidio más grande de la historia de la humanidad, pero también sobre la lucha y resistencia de los pueblos, en un momento político donde reprimen en el sur al pueblo mapuche, encarcelando a las machis.

Estos 50 años de la Juventud Comunista Revolucionaria, para nosotros/as las y los jóvenes pertenecientes a las Naciones y Pueblos originarios, fueron un camino difícil de recorrer. Hace años venimos luchando por la recuperación de nuestros territorios y cumplimiento de nuestros derechos como Pueblos
Preexistentes. Sufriendo el hambre y el frío, con los pies partidos de tanto andar, pero con una convicción firme que reafirmamos: sin una revolución no conseguiremos la liberación que las naciones y pueblos que habitamos en este territorio. Porque no olvidamos que este estado y este país que hoy es Argentina
se fundó en manos de la oligarquía, de genocidas como Sarmiento, Roca, Mitre, Avellaneda. Fuimos parte de la liberación americana, en el ejército patriota con San Martín, Belgrano, O’Higgins, Güemes y Urquiza. En donde nuestros toquis, lanzas y capitanejos se unieron porque entendieron la situación política que se
atravesaba en ese momento. Donde nuestro enemigo en común en este territorio era la Corona Española que nos oprimía.
Nos nutrimos de la política sabia de unidad de nuestros ancestros como el Gran Camba, Panguitruz Gner, Sayweque, María la grande, Calfucurá, Huentecurá, Carripilón, Guaicuraru, etc; que se sigue transmitiendo de generación en generación.Luego de la mal llamada campaña del desierto y desierto verde las Naciones y Pueblos originarios sufrimos la esclavitud de nuestros hermanos y hermanas en las estancias de los terratenientes, quienes apoyaron esos sangrientos genocidios para apropiarse de nuestros territorios. Una gran parte de ellos participaron en las expediciones recibiendo como recompensa grandes extensiones de tierras en las que habitaban nuestros hermanos y hermanas. Ante el despojo, saquearon nuestros chenques y sitios sagrados profanando las tumbas de nuestros grandes tokis y lonkos, exponiéndolos en el Museo de La Plata como trofeos. En ninguna parte del mundo se hace semejante atrocidad. Por eso es necesario transmitir la otra parte de la historia que la adquirimos de los escritos de nuestros enemigos en los que hay muchas mentiras, pero también muchas verdades, desde la oralidad de nuestros ancianos y ancianas, y de lo más valioso que tenemos los originarios como nuestros machis y chamanes.

Hoy combatimos el hambre, la desocupación, la represión en nuestros territorios, por la falta de oportunidades que este estado ausente se encargó de generar hacia nuestra juventud y la única salida que nos brinda nos lleva a la depresión, el suicidio, la adicción a las drogas o delincuencia. Muchos y muchas de nosotras seguimos migrando a las grandes ciudades con nuestras familias por esta falta de
oportunidades, pero nos encontramos con las mismas problemáticas que sufren y comparten el pueblo argentino y los pueblos inmigrantes. Con quienes nos unimos en los barrios, en los movimientos sociales, en las fábricas, en los merenderos y comedores, en las escuelas, en los hospitales. Para salir a luchar por trabajo y salario digno, educación gratuita y publica, por salud, por vivienda, etc. Las y los que damos batalla desde el campo, en los parajes y quintas con nuestros ancianos/as y niños/as nos unimos al campesinado pobre por semillas, agua, insumos para no empujarnos a la ciudad en donde no hay oportunidades para una vida digna. En estos tres años de pandemia y post-pandemia, cumplimos un rol
fundamental en el campo, la ciudad, en los barrios y comunidades. Estuvimos en primera fila fabricando barbijos y camisolines, en las ollas de los comedores poniendo a funcionar al cien por cien los mecheros y los fogones con frio y calor para palear el hambre que creció luego de los cuatro años de Macri y se
profundizó con esta pandemia. Luchamos por la prórroga de la ley 26160 para que se finalicen los relevamientos territoriales en cada una de las comunidades, por el tratamiento del proyecto de ley comunitaria, por tierras aptas y suficientes para nuestro desarrollo y restitución de los hermanos y hermanas cuyos restos siguen estando en el Museo de la Plata”.


Tierra y Libertad
“En los países de América Latina como Chile, Bolivia, Perú, Paraguay, Colombia y Ecuador, las Naciones y Pueblos originarios jugamos un papel fundamental en los nuevos vientos que soplan, luchando en unidad contra el hambre y la explotación, para liberarnos de la dependencia y recuperar las tierras usurpadas por las oligarquías latifundistas. Como dice nuestra hermana Margarita Peñailillo debemos sacar este árbol podrido desde sus raíces y plantar uno nuevo que sea plurinacional, independiente y con una profunda democracia donde la tierra sea para quien la trabaje y donde las Naciones y Pueblos originarios tengamos la reparación histórica que nos merecemos terminando con el latifundio y los imperialismos que nos oprimen.”

Reconocernos es resistir
Según el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, existen registradas 1802
comunidades indígenas en Argentina, pertenecientes a 39 pueblos indígenas.

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