Este 2 de abril se cumplen 40 años del desembarco de las tropas argentinas en las
islas Malvinas en 1982. Se recuperaba así el territorio argentino que había sido
usurpado por el imperialismo inglés en 1833. Los que quieren una Argentina
dependiente desean cubrir con un manto de olvido y silencio lo sucedido en la
guerra de las Malvinas, porque fue una gesta donde recuperamos nuestras islas y
nos plantamos frente a una potencia como Inglaterra.

Malvinas es una causa nacional que mueve al pueblo argentino. En un
mundo en el que los imperialismos se disputan cada territorio, seguimos teniendo
una parte de nuestro suelo ocupada por el imperialismo inglés.
Ya a mediados del siglo XVIII (1750) el imperialismo inglés había puesto sus ojos en
las Islas Malvinas en el marco de una estrategia de expansión colonial con centro en
el mar. La usurpación se concretó en enero de 1833 y, en ese entonces, la
Confederación Argentina realizó reclamos diplomáticos. Ese mismo año, el
Almirante Guillermo Brown propuso organizar una escuadra y desalojar a los
británicos de las islas pero su propuesta no fue tenida en cuenta.
La recuperación de las Islas
La situación de usurpación se mantuvo hasta el 2 de abril de 1982, cuando
Argentina recuperó el ejercicio pleno de soberanía sobre territorios y mares
desalojando a las autoridades y tropas coloniales.
En nuestro país, desde marzo de 1976 gobernaba la dictadura fascista, que venía
resquebrajada por el fracaso en su intento de agresión contra Chile y por todas las
luchas populares, obreras y campesinas que habían desestabilizado las bases del
proceso dictatorial.
Al producirse el desembarco inglés, cambio la contradicción principal, ya no era la
que oponía a todo el pueblo contra la dictadura, sino que pasaba a ser la
contradicción entre la nación argentina y el imperialismo inglés. Como enseña Lenin,
no debíamos valorar los acontecimientos desde el punto de vista de la democracia
formal, sino desde el punto de vista de la lucha contra el imperialismo ante una
guerra de agresión. Desde esta óptica, estábamos ante una guerra nacional contra
el imperialismo, una guerra justa, y esto no dependía de quién había empezado la
guerra sino de su carácter de clase. Y en la época del imperialismo este carácter de
clase no puede separarse del análisis que divide a la humanidad entre un puñado
de países explotadores e imperialistas y una mayoría de países oprimidos
dependientes como es el caso de la Argentina. Esto no significa olvidar u ocultar los
problemas políticos y sociales, porque la clase obrera enfoca una guerra nacional
desde su punto de vista y con su propio programa, como hicimos durante aquellos
acontecimientos. El poder estaba en manos de una dictadura oligárquica y
proimperialista, y los argentinos tuvimos que decidir en una situación semejante a la
de 1806 y 1807 cuando las invasiones inglesas.
Como parte de una política de “desmalvinizacion” impulsada por las clases
dominantes se tilda a nuestros héroes de “pobres chicos” o del “último manotazo de
ahogado de los militares” desconociendo y ocultando que los combatientes
argentinos en condiciones desiguales lucharon con coraje y con enorme patriotismo
defendiendo la patria frente a una potencia como Inglaterra que contaba el apoyo de
Estados Unidos.
En aquel entonces un apoyo popular a la recuperación estremeció a la Argentina, no
se conoce una movilización mayor que la vivida por el pueblo con motivo de la
guerra de las Malvinas, que conmovió desde los estudiantes de primer grado hasta
los ancianos. Generó enorme simpatía en los pueblos latinoamericanos: se anotaron
20 mil bolivianos como voluntarios para combatir y Perú ofreció apoyo de
armamento.
La Plaza de Mayo, aquella en la que no pudieron desalojar a las Madres, se llenó de
pueblo, y el pueblo entero ya no pudo ser desalojado más de allí. En ese instante
comenzó el principio del fin de la dictadura, pero no porque esta sufrió un colapso
como resultado de una derrota bélica o por causa de sus contradicciones internas,
sino porque el pueblo que protagonizó esta gesta ya no abandonó más las calles y
las plazas del país.

¿Por qué las islas Malvinas?
Con las Islas Malvinas bajo el dominio británico, Inglaterra tiene las condiciones
para el control del paso interoceánico Atlántico sur- Pacífico sur y Atlántico sur-
Índico. También para el dominio del litoral marítimo argentino, y disputar nuestras
posiciones sobre el continente antártico y proyectar su poder hacia el estuario del
Río de la Plata y de este a los ríos interiores argentinos. La mal llamada “Hidrovía”
es un espacio que ya había sido disputado en la Vuelta de Obligado y el combate de
San Lorenzo echando a ingleses y franceses de nuestra Patria.
En situación de guerra mundial, el pasaje Atlántico sur- Pacifico sur es el más
importante a nivel mundial, único paso disponible los 365 días del año, por el que
podrían navegar los buques de guerra y grandes buques logísticos, tanto petroleros
como portacontenedores. Los canales construidos por el hombre (Suez y Panamá)
podrían ser fácilmente dejados fuera de servicio mediante armas convencionales o
encallando buques en sus cursos.
El imperialismo inglés posee en Malvinas la base militar extranjera más importante
en Sudamérica. En la Base de Monte Agradable (Mount Pleasant) desplegaron
aviones ultramodernos, sistemas misilísticos que compró a Israel, soldados y
buques de guerra.
Malvinas con sus tres bases militares es el enclave que asegura el dominio del
atlántico sur al imperialismo inglés, utilizando este dispositivo militar en alianza con
el imperialismo yanqui (OTAN).
Piratas en el continente
Nuestro territorio continental no escapa de las garras inglesas. El terrateniente y
millonario Joseph Lewis tiene una estancia con 20 mil hectáreas en el Lago
Escondido (Bariloche, Río Negro) sobre la cordillera y un aeropuerto propio sobre el
Atlántico que puede conectar con Malvinas en solo dos horas. Lewis también fue
beneficiado por el ex presidente Mauricio Macri, que además es su amigo,
otorgando permisos de producción de energía eléctrica. Asimismo, en el país
operan la British Petroleum, bancos y mineras inglesas, que se llevan nuestros
recursos.
En medio de la invasión rusa en Ucrania, Argentina puede quedar presa del conflicto
entre las potencias: tenemos una base Militar China en Neuquén, a la cabeza del
FMI esta EEUU e Inglaterra, sumado a los territorios de Lewis y el proyecto de un
polo “tecnológico” en Tierra del Fuego impulsado por Rusia y China. Además en la
gira del gobierno, Alberto Fernández incorporó al país al proyecto del imperialismo
chino llamado Ruta de la Seda y estableció acuerdos con el imperialismo ruso.
Ningún suelo más querido
Ante la usurpación inglesa, este 2 de abril recordamos a nuestros Héroes, quienes
lucharon patrióticamente contra el imperialismo y demostraron que un pueblo unido,
puede plantarse frente a los piratas ingleses.
La lucha por Malvinas es parte de la lucha por resolver nuestras necesidades más
urgentes que se vienen agravando. Con una Argentina con más del 40% de
pobreza, dificultad para acceder a la educación y la salud. Con el FMI que nos va a
monitorear y oprimir con el acuerdo de pago de la estafa del gobierno de Macri y
con parte de nuestro territorio invadido es necesario levantar nuestra bandera para
recuperar nuestro territorio, nuestros recursos, recuperar el trabajo, la salud y
terminar con la pobreza.
A 40 años de la recuperación de las Malvinas, seguimos levantando la bandera que
enarbolo San Martin, Belgrano y Moreno. La bandera que levantaron los 649 héroes
y veteranos de la Guerra para decir: ¡fuera ingleses de las Malvinas, volveremos y
sin pasaporte!