El agronegocio, la megaminería, el Fraking, el extractivismo urbano, la explotación de nuestros ríos y mares tienen actividad en los territorios sin límites ambientales. No hay nada que frene la extracción de recursos naturales, ni nadie nunca fue preso por deforestar bosques nativos. En esta nota nos metemos en las causas de fondo de este gran problema que afecta al mundo entero.

En nuestro país, las multinacionales se instalan en los territorios y forman “economías de enclave” de otros países o multinacionales extranjeras que operan en los territorios como Estados Independientes sin integrarse, ni integrar al mercado local, explotando y extrayendo los recursos naturales para concentrar la producción y la manipulación de materias primas en los países imperialistas haciéndonos sobrevivir a nosotros de las retenciones que nos deja este saqueo.
No somos una región pobre o subdesarrollada. Somos una región empobrecida que hace siglos viene financiado con recursos naturales y la vida de nuestros pueblos las superganacias de los monopolios imperialistas y el estilo de vida de países del “primer mundo” y. Si solo 1 estadounidense promedio puede mantener los niveles de consumos altos es porque en nuestro territorio hay 10 personas que pasan hambre.
Las clases dominante de nuestros países oprimidos aceptaron que históricamente se nos impusiera un modelo agroexportador en el que tenemos el rol de proveedores de recursos y materias primas y exportadores de naturaleza. Como si fuese nuestro único papel en este mundo, un simple destino y no una decisión geopolítica sostenida por este sistema imperialista y ejecutado por dictaduras y gobiernos.

¿Cuál es la salida?
Primero que nada, estar atentos a no caer en las trampas del “capitalismo verde”. Probablemente empiecen a abundar las publicidades de cepillos de dientes de bambú, de botellas biodegradables o envoltorios que con carteles que digan “carbono 0”, o se propongan esfuerzos individuales como las duchas cortas, separar en origen, cambiar productos por otros ecofriendly, etc., sin negar que estas acciones son necesarias, sabemos que no son suficientes.
No alcanza ningún esfuerzo individual que frene las emisiones de carbono que genera la industria. Por poner un ejemplo, en la megaminería se usan en 1 segundo la misma cantidad de agua que una familia promedio usa por día. Volvemos a decir, entonces, que necesitamos un movimiento a escala masiva y colectiva.
No somos todos culpables de la crisis climática y ecológica, si al 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero la causa el 1% más rico de la población mundial. No se puede cuestionar la crisis ambiental sin cuestionar al capitalismo, lo que requiere sumar fuerzas en el campo popular y se proponga terminar con este sistema injusto que explota a los hombres y mujeres y destruye la naturaleza. Debemos construir un país en que el conjunto de las problemáticas y sufrimientos sociales, se encuentre, también con la narrativa de la deuda ecológica.
La crisis nos permite tener una perspectiva centrada en el cono Sur, y este sur “requiere de un horizonte que no sea un Norte”. Esto implica cortar con la relación de dependencia que tenemos con los imperialismos y construir alianzas desde nuestro territorio latinoamericano para cambiar por cambios verdaderamente de fondo.
Es imposible frenar la marea socioambiental teniendo de nuestro lado los datos científicos y al pueblo. Sabemos que defender el ambiente, es defender la soberanía y la patria. Y vamos a defender a capa y espada hasta al último río aunque en ello se nos juegue la vida.
