Enrollar banderas, pintar carteles, la cinta en la mano, el “¿ya llegaron
todos? ¿imprimieron el cancionero? Prendamos el megáfono”. “Tomala vos,
dámela a mí, por el boleto estudiantil”. Correr entre los autos para no llegar tarde,
las columnas llenas de estudiantes, llenas de guardapolvos. Las consignas,
muchas de nuestros sufrimientos y nuestras esperanzas que se alzan en carteles
y cantos. Este 16 de septiembre se cumplen 45 años de la noche de los lápices y
el movimiento estudiantil reafirma que los lápices siguen escribiendo.

La juventud rebelde sigue escribiendo en las aulas y en las calles el
camino: la organización a través de los Cuerpos de Delegados y los Centros de
Estudiantes son el faro. Después de un año y medio de pandemia los sufrimientos
se agravaron: las panzas hacen cada vez más ruido del hambre, nos cansamos de
jugar con el dinosaurio de google ante la falta de internet, de pedirle prestado el
celular a la familia para descargar las tareas, hacerlas solo, no entender, tener que
salir a buscar changas para dar una mano en casa porque la comida no alcanza.
Los comités de crisis en cada barrio y los promotores de salud nos marcaron la
cancha: es con organización y lucha con lo que vamos a dar pelea al maldito virus
y al hambre. A partir de reuniones por videollamadas y grupos de whatsapp, nos
organizamos junto a nuestros compañerxs y padres, docentes y auxiliares por
bolsones de mercadería, para que ningún pibx se quede sin comer. Nos
organizamos solidariamente para producir jabón líquido, recolectar alimentos y
abrigos para nuestros compañeros de curso que más la sufrían. Con la vuelta a la
presencialidad, hay menos caras conocidas en las aulas, nos faltan muchxs.
Muchxs que fueron obligados a abandonar la escuela ante la falta de plata para
cargar la tarjeta del colectivo, para llenar el tanque de la moto, o para comprar
abrigo para hacerle frente al frio helado de las aulas ante la falta de calefacción.

Con hambre y frío no se puede estudiar
Esta fue una de las principales consignas de la movilización de secundarios
exigiendo condiciones para volver a las aulas sin miedo al contagio en marzo del
2021 en Florencio Varela. Hoy sigue más vigente que nunca, sobran necesidades
y ganas de cambiar nuestra realidad. Con el reencuentro con nuestrxs
compañerxs y profes en las aulas, florecen cientos de nuevas agrupaciones y
Centros de Estudiantes en todo el país. Los, las y les pibes de la Argentina
seguimos el ejemplo de Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone,
Claudio de Acha, Horacio Ungaro, Daniel Racero, Maria Clara Ciocchini y los
cientos de miles que dieron su vida por cambiar la realidad en los momentos más
oscuros de nuestro país.
Se vienen tiempos difíciles y nos quieren conformar con que esta realidad no se
puede cambiar, que solo podemos reformarla con lo posible. Por eso invitamos a
todos, todas y todes los estudiantes de la Argentina a organizarse junto a sus
compañeros de las escuelas por hacer posible lo necesario. A la creación de
agrupaciones que peleen por los Cuerpos de Delegados como motor de los
Centros de Estudiantes por lugar, porque los lápices siguen escribiendo la historia
con la memoria y la fuerza para dar vuelta el viento a nuestro favor. A aquellos que
nos quieren conformar con esta realidad: que no se queden tranquilos, que no nos
han vencido.