¿Cuántas veces escuchamos hablar de San Martín, Moreno o Belgrano? Cientos, miles. Fueron patriotas que pusieron su vida por la liberación de nuestro pueblo. Pero no fueron los únicos, a otros quisieron silenciar. Uno de ellos fue Don Martín Miguel de Güemes. Hoy se cumplen doscientos años de su muerte. Acá te contamos quien fue.

Con apenas 14 años, y proveniente de una familia adinerada de Salta, Don Martín Miguel de Güemes se incorporó a la carrera militar de la corona española allá por el año 1789. Ya a sus 22 años, siendo alférez de caballería y edecán de Liniers, iba a demostrar de qué estaba hecho cuando en su bautismo de fuego enfrentó la primera Invasión Inglesa, y realizó una de las hazañas más memorables de la reconquista de Buenos Aires: en la zona que hoy se llama “Retiro”, que en esos tiempos estaba cubierta por las aguas del Rio de la Plata, había quedado encallado el Justina, un buque de guerra ingles que con 26 cañones artillaba sobre la ciudad.
A la orden de Pueyrredón, el joven Güemes que recién llegaba es designado al frente de la poca caballería que quedaba, una tropa de no más de treinta gauchos. No dudaron un instante y armados con tacuaras, boleadoras, facones, sables y tercerolas descendieron a la carga rápida, por la barranca para meterse de lleno en el río con sus caballos metidos con el agua hasta la garganta. Así, con una vehemencia inaudita, treinta gauchos con Güemes a la cabeza, abordaron a caballo un buque de guerra de la marina más poderosa del mundo, haciendo rendir a más de 100 artilleros y tiradores ingleses y adquiriendo uno de los más valiosos trofeos de la guerra de liberación. Fue un hecho único en la historia militar, donde la carga de una caballería tome un buque de la armada. Pero su verdadera grandeza se demostrará después. Cuando el grito de Revolución llegó hasta Salta, Güemes no dudó en pasarse al bando patriota y poner su persona, sus bienes, su familia, sus conocimientos militares y su profundo patriotismo al mando de la revolución.
La Muralla del Norte
Su papel en nuestra revolución fue la de ser el tapón, las murallas del norte de cuanta invasión manden los realistas españoles. Luego de fraca-sados los intentos del Ejercito del Norte de tomar Lima por tierra, y cuando San Martín define su estrategia de liberación, mediante el paso por la cordillera y la guerra anfibia, los terrenos liberados que hoy componen nuestro suelo debían ser custodiados, pues lo grueso del ejercito libertador se encontraría en Cuyo. A esta tarea le confío San Martín a Güemes y demás guerrilleros del norte: Padilla, Juana Azurduy, entre otros. Así mientras nuestro libertador, preparaba el ejército en el Cuyo para el gran salto hacia Chile, Güemes enfrentó no una sino seis invasiones españolas que pretendían recuperar el Virreinato del Río de la Plata para la Corona. Seis invasiones que superaban 10 a uno a las fuerzas de Güemes. Seis invasiones que chocaron todas contra el muro gaucho de los infernales de Güemes.

La Traición
Como buen patriota y revolucionario supo ganar-se el odio de los aristócratas, de los oligarcas y los terratenientes salteños, a quienes obligaba a no cobrarle renta a las familias de los gauchos que se enlistaban a combatir, a quienes en más de una vez confiscó parte de sus sobradas riquezas para hacerle frente a las miserias de la guerra. Casi como una advertencia, o como su última enseñanza, Güemes nos mostró quienes fueron y quienes son los enemigos de la patria y el pueblo: los invasores de afuera y sus lacayos aliados de adentro, aristócratas y terratenientes. El 17 de junio de 1821, fallecía, producto de un disparo por la espalda, Don Martín Miguel. Un público y abierto complot entre realistas españoles y terratenientes criollos, del cual esta vez no pudo escapar. Pero apenas unas semanas después, sus compañeros recuperarían Salta nuevamente para la revolución.

Los Infernales
Siempre en inferioridad numérica, supo hacer una guerra de recursos tan brutal que los sobrevivientes españoles resultaban condecorados por el sólo hecho de sobrevivir a “los infernales”. Los infernales eran gauchos, peones rurales, baquianos, humil-des, a quienes Güemes forjó para combatir y transformarse en una de los mejores cuerpos de caballería de la historia, comparados con la caballería de Alejandro Magno y los mongoles de GengisKhan. Estos gauchos de poncho rojo, realizaron por entonces lo que se llamó la guerra de recursos, de hostigamiento, donde una fuerza de menor poder desgasta hasta inhabilitar una de mayor envergadura. Les realizaron así una guerra totalmente asimétrica, combinando ataques guerrilleros de pequeños grupos de gauchos a caballo que atacaban las divisiones y se dispersaban por el monte antes de ser alcanzados, que cortaban las líneas de suministro, de comunicación, una guerra de guerrillas combi-nada con cientos de insurrecciones, donde la población rechazaba y boicoteaba a los esporádicos ocupantes españoles. Así fue posible rechazar las continuas invasiones de las divisiones realistas.

“MACACHA” 1787 – 1866)
María Magdalena “Macacha” Güemes fue una revolucionaria que luchó en la Guerra de la de Independencia contra España. Era hermana de Martin Miguel de Güemes . Apenas anoticiados de lo ocurrido el 25 de Mayo de 1810, intervino en el armado de tropas en Salta para apoyar las expediciones que venían de Buenos Aires buscando la adhesión del resto de las provincias del Virreinato a la causa. Dichas milicias prontamente se convirtieron en el ejército de “Los infernales”. Desatada la guerra, inmediatamente, su casa se convirtió en taller donde se confeccionaban los uniformes del ejército patriota. Y luego también fue centro de refugio de los revolucionarios y centro de la prensa revolucionaria. Gran arengadora del gaucherio, si bien participó circunstancialmente en la lucha armada, su aporte a la revolución fue principalmente en las tareas de inteligencia, espionaje y logística. Lideró y organizó al núcleo de mujeres partidarias que garantizaron el espionaje al enemigo y el enlace de nuestro ejército y las guerrillas patrióticas del Norte. El respeto que se ganó dentro del terreno de la política quedó plasmado cuando ofició de mediadora en el enfrenta-miento entre Salta y Buenos Aires, logrando la firma del tratado de no agresión entre Güemes y Rondeau –“Tratado de los Cerrillos”-. San Martin, sabedor de sus hazañas, no dudo en enviarle su admiración por su rol en la defensa de la Revolución. Mujer patriota, ejemplo de lucha y entrega por la revolución, la soberanía e independencia de su pueblo. Murió a los 79 años en su Salta natal.
«Mis afanes y desvelos no tienen más objeto que el bien general y en esta inteligencia no hago caso de todos esos malvados que tratan de dividirnos. Así pues, trabajemos con empeño y tesón, que si las generaciones presentes nos son ingratas, las futuras venerarán nuestra memoria, que es la recompensa que deben esperar los patriotas». (Fragmento de una carta de Güemes a Belgrano)