En la provincia de Jujuy, el movimiento de mujeres y el pueblo fue protagonista de una gran lucha que se dio en las calles durante varias semanas a partir de 5 femicidios sucedidos en poco más de un mes. Esto obligó a que se trate y se apruebe en la Legislatura la emergencia provincial en violencia de género, arrancando esta conquista al gobierno de Jujuy.

En Jujuy el pueblo se levantó y se plantó en las calles. Pero no desde una visión egoísta contra la cuarentena como algunas de las protestas que se dieron a lo largo de esta pandemia, sino desde el hartazgo y bronca. Un hartazgo generado después de 5 femicidios, con un Estado totalmente ausente. El primero de ellos fue el de Cesia Nicol Reinaga, en un pequeño pueblo de la puna andina donde las mujeres (especialmente jóvenes) salieron a las calles, con muchas discusiones sobre la conveniencia de salir a marchar o no en el pico de contagios de COVID en Jujuy. Decidieron marchar por la ruta 9, (con todas las medidas de prevención) para exigir justicia y visibilizar que a nosotras nos está matando la otra pandemia, la de los femicidios.
Luego siguieron las desapariciones de Iara y Gabriela, en la ciudad de Palpalá. La policía actuó poco y nada en la búsqueda, al igual que la justicia. Ante esta falta de respuestas, la familia y los vecinos, salieron a cortar la ruta exigiendo la urgente búsqueda. En un rastrillaje posterior se la encontró con el fin más doloroso, Iara había sido víctima de un femicidio. Al medio día se confirmó la noticia que hizo que gran parte del pueblo se volcara a las calles a exigir la aparición con vida de Gabriela y justicia para Iara; marchando por las calles de Palpalá. Con tristeza e incertidumbre, continuaron los cortes de ruta por la aparición de Gabriela y en la noche de ese día, apenas a horas del femicidio de Iara, despertamos con la noticia de que habían hallado el cuerpo de Gabriela. Ese día los movimientos de mujeres organizamos una marcha en la capital de Jujuy y en cada localidad de la provincia, desde las más pequeñas a las más grandes. Fue una jornada de lucha, llena de dolor y bronca que convocó a diferentes sectores de la sociedad. Pero la pesadilla no terminaba. Esa noche nos volvíamos a dormir con el trago amargo de otro femicidio. Esta vez Roxana Mazala integrante del MTE rural, quien había estado en las calles luchando por el Ni una Menos. Una vez más el estado y el gobierno no pudieron evitarlo.
Las jóvenes se organizaron por facebook, y por grupos de whatsApp en cada barrio para cuidarse ante cualquier situación de inseguridad. El 30 de septiembre las jóvenes de cada barrio, se juntaron en las plazas para marchar hasta el centro. Por todas las calles llegaban grupos de jóvenes, cargando pañuelos violetas, carteles y globos.
Se volcaron a las calles más de 16 mil mujeres y jóvenes, familias completas, grupos de promoción del secundario, organizaciones y diferentes sectores, todos unidos en un solo grito de bronca «Ni Una Menos, Vivas Nos Queremos».
En esos días las pibas seguíamos movilizadas y nos organizábamos con puntos seguros, con grupos de WhatsApp por barrio, en Facebook e impulsando invitar a todas que se descargaran la aplicación No Estás Sola elaborada por las compañeras de Rosario.
Para sumar más bronca, días después desaparece una joven madre de 17 años, la policía no le toma la denuncia a la familia y en la tarde del sábado se confirma la aparición de un cuerpo a orillas de la ruta 66. Alejandra Nahir se sumaba a esta dolorosa lista, una joven trabajadora con un bebé de 6 meses.
Con la Multisectorial de Mujeres, familiares de víctimas de femicidio y autoconvocadxs volvíamos a marchar, volvíamos a copar las calles, dirigiéndonos esta vez al COE, donde funciona el gobierno desde el comienzo de la pandemia. La única respuesta que tuvimos fue la represión.

¡Ni una menos! ¡Vivas nos queremos!
Este hartazgo que fue creciendo con cada femicidio mediante cortes de ruta, movilizaciones masivas y en cada localidad, obligó al gobierno de Gerardo Morales a tratar por primera vez, (después de treces años de lucha de la multisectorial de mujeres) una ley de Emergencia en Violencia Sexual y Doméstica. Durante dos semanas, las diferentes organizaciones sociales, y diferentes sectores del movimiento de mujeres con experiencias territoriales expusieron todas las falencias del Estado ante esta problemática. Se sostuvo 9 puntos urgentes que se deben resolver en la provincia para que la emergencia sea una medida efectiva y llegue a todas y a cada rincón de la provincia.
El jueves 29 de octubre, con la multisectorial de mujeres bancando afuera de la legislatura, se aprobó la “Ley de Emergencia en Violencia de Género” una ley presentada por el poder ejecutivo y acompañada por un sector del PJ. Una ley que no es la que veníamos planteando ya que no están esos 9 medidas urgentes.
Sin embargo todo esto fue un logro de la lucha encabezada por las mujeres y jóvenes de la provincia; arraigada en la lucha histórica por la Emergencia en Violencia contra la Mujer de la Multisectorial. Que sea efectiva también será producto de mantenernos en las calles y luchar para que la emergencia llegue a todas, y que la ley promulgada sea una emergencia real y no solo palabras en un boletín oficial. Este mes se discute el presupuesto provincial, con éste presupuesto sabremos qué cantidad del mismo se destinará para que la ley sea efectiva, sabemos que sin un presupuesto real no se puede avanzar.
Se demostró que la lucha por la emergencia en violencia sexual y doméstica, es una reivindicación que une a todos los movimientos de mujeres. El camino es la necesidad que surge. La violencia se agravó en este aislamiento social y obligatorio, al mismo ritmo que los contagios del covid crecía la otra pandemia en Jujuy: los femicidios. Hoy tenemos la certeza de continuar en el camino de la lucha en las calles para arrancar y doblar el brazo de un gobierno que por muchos años mostró indiferencia en políticas para erradicar la violencia de género.