El testimonio de un joven boliviano, que refleja con crudeza lo sucedido estos días en el Alto y en La Paz: la represión de los golpistas, la resistencia del pueblo boliviano y la solidaridad internacional.

Foto: Natacha Pisarenko. Fuente: AP news.

Corría la tarde del miércoles. El golpe de Bolivia se materializaba con una feroz represión en las calles de El Alto. Los medios de Argentina hablaban ya de cinco muertos.
Mientras tanto la solidaridad entre jóvenes latinoamericanos no se hacía esperar. Lucho, un joven maoísta boliviano, integrante del MAS (Movimiento al Socialismo) se contactó con Ramón, un camarada jujeño de la JCR (Juventud Comunista Revolucionaria). Ambos se habían conocido años atrás por un contacto del Partido.
«Yo también milito en la universidad. Que bueno que está esto de la CEPA», le comentaba por ese entonces Lucho a Ramón, luego de un par de reuniones.
Pero está vez, el contexto en el cual intercambiaron mensajes era totalmente distinto. Se había concretado un golpe de estado contra el gobierno de Evo Morales. Él estaba exiliado en México, los partidos marxistas pasaron a la clandestinidad, y gran parte de los y las jóvenes de Bolivia decidieron jugarse la vida para defender el proceso de cambio, junto a Adriana Salvatierra, presidenta del MAS y dirigente de Columna Sur, un colectivo político mayormente juvenil, que tiene muy buenos vínculos con García Linera.
«Necesitamos que informen, que vengan o difundan, lo que pasa acá. Esto es una masacre, y la televisión no muestra nada» manifestó Lucho.
Ramón decidió compartirnos en primera persona el testimonio de este joven, que refleja con crudeza lo sucedido estos días en el Alto y en La Paz, en medio de represiones y enfrentamientos con las fuerzas.

Foto: Natacha Pisarenko. Fuente: AP news.

En la primera noche del golpe, helicópteros sobrevolaron El Alto ametrallando desde el cielo. Lucho mandó vídeos, audios, opiniones políticas como podía. Pidió que usáramos telegram, porque «eso sólo lo pinchan rusos y chinos, y no es tan grave, hoy el problema son los yanquis».
Minuto a minuto, contaba las escenas de combates, compartía la poca información que le llegaba, y se perdía de a ratos por reuniones. Cuando se volvían estas largas, el miedo y mi preocupación crecían. Temía por su vida. «Si esto sigue así, vamos a necesitar que nos reciban, está feo», me repetía preocupado Lucho.
«Mirá, los mataron, los mataron», repetía, mientras mandaba videos de los primeros caídos. «Difundí todo, lo más que puedas, sólo tenemos las redes. Ellos tomaron el canal y no dejan que la prensa diga nada «
Cada vez que aparecían los Ponchos Rojos, organización Aymara revolucionaria y armada, o las imágenes de alguna guerrilla en la selva, se emocionaba: «¡No Pasarán! ¡El Golpe no pasará! ¡Vamos a dejar la vida, todo es ilusión salvo el poder!»
«Esto lo tenían planeado todo. Camarada, nadie nos hizo caso, dijimos que venía muy dura la mano. Acá ningún campesino se va a rendir quemaron la Whipala, eso no se hace, la Whipala se respeta», contaba, mientras pedía información de qué estaba pasando en otra zonas, porque los de El Alto se encontraban aislados: «¡no hay más policías! ¡Tomamos todo, El Alto es nuestro!», tan orgulloso estaba, que casi se le veían los ojos tras la pantalla del telegram.
«¿Vos qué creés? ¿Será así? ¡Si se suma la COB y viene más Ponchos Rojos, están cagados los racistas estos! ¿Podés chequear esta info? ¡Gracias hermano!» Y el contacto se perdía de nuevo por horas.
«Ya resolví lo que me pediste, algo te vamos a poder ayudar» le dije y él me respondió «¡Gracias! Pero venimos bien, esto está para quedarse».
El jueves le informé, después de leer las noticias: «Lucho tenés que saber esto: los rusos reconocen a Jeanine como presidenta»… «¡No puede ser! ¡Chequealo por favor!» «Está chequeado Lucho, ese es el mensaje de la embajada»… «Esto es por el litio. Sabemos que es así»… «Sí Lucho, son disputas interimperialistas, hay que ver también que hace China». «Si Rusia reconoce a Jeanine, estamos cagados», me decía muy preocupado
Después, sólo tuvimos dos o tres contactos más.
Hace doce horas que no sé nada de él. Ojalá lo haya alcanzado la clandestinidad absoluta, y no una de esas balas de alto calibre, made in USA, que tan de moda se pusieron por las calles de Bolivia en estos días.

Foto: Natacha Pisarenko. Fuente: AP news.

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