En un nuevo aniversario del Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia, te contamos qué hizo la última dictadura, cómo luchamos contra ella y sus vínculos con el gobierno de Macri.

La noche más oscura
El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas derrocaron al gobierno de María Estela Martínez de Perón (Isabel). El poder quedó en manos de una junta militar encabezada por Jorge Rafael Videla y Roberto Viola; la Junta terminó con la democracia e impuso una dictadura sangrienta que tuvo un costo enorme para nuestro pueblo.
El terrorismo de Estado se extendió por todo el país, y empezamos a vivir nuestra hora más oscura; se suspendió la Constitución y comenzaron los secuestros, la tortura y desaparición de personas. Los militares estaban en la calle y eran jueces y ejecutores; sin juicio ni proceso legal, cualquiera podía “desaparecer”. Así, tuvo lugar un genocidio que dejó 30.000 personas detenidas-desaparecidas; obreros, sindicalistas, estudiantes, luchadores, políticos; hombres y mujeres, todos los cuales tenían algo en común: se rebelaban y peleaban por un mundo más justo. Más de 600 hijos de las personas secuestradas nacieron en cautiverio y fueron robados y otorgados a familias cercanas a las autoridades para que los criaran como si fueran suyos, negándoles su identidad. Con todo esto se buscaba paralizar a la sociedad: el miedo a que pasara algo quizá podría ponerle un freno a las luchas y hacer pasar su plan económico.
Los genocidas profundizaron la dependencia y el latifundio terrateniente, destruyendo gran parte de la industria nacional, volviendo a un modelo económico basado en la exportación de productos del campo y aumentando brutalmente la deuda externa (deuda que hoy se sigue pagando), generando una mayor desocupación y sembrando miseria.

La historia no oficial
Las clases dominantes inventaron que los militares dieron el golpe para llenar el vacío de poder que reinaba con el gobierno de Isabel Perón; pero esto es mentira. El golpe vino a terminar con un período de grandes luchas que habían recorrido el país, teniendo como protagonista a la clase obrera y a imponer el nuevo modelo desindustrializador. El Cordobazo de 1969, el Rosariazo, el Rocazo, al calor de procesos como la Revolución Cubana y la Revolución Cultural China, mostraban que en Argentina podía haber una revolución.
La dictadura se impuso durante la Guerra Fría, un período donde los yanquis y los soviéticos se disputaban el control del mundo. En 1973 Estados Unidos había ayudado a derrocar al gobierno de Allende en Chile, lo que agudizó la disputa por América Latina y en particular por Argentina. El sector que lideró el golpe del ’76 en Argentina, el grupo de Videla y Viola, expresaba la subordinación a la Unión Soviética, que se había convertido en una potencia socialimperialista (socialista de palabra, imperialista en los hechos), en disputa con los sectores militares partidarios de los yanquis.
Luchamos contra el golpe
En 1974, nuestro Partido supo entender que existía el peligro de golpe de Estado; que si venía una dictadura iba a ser terrible, y que por lo tanto la tarea principal era unir al pueblo para la lucha antigolpista. Sostuvimos que había que defender al gobierno de Isabel Perón, sin dejar de criticar sus errores, frente a la posibilidad de golpe de Estado; y que este podía venir de la mano de los soviéticos o de los yanquis. En ese momento fuimos muy criticados, pero la historia demostró que teníamos razón, y que esa posición fue la más justa. Otras fuerzas siguieron atacando al gobierno de Isabel, y de esa manera jugaron para el golpe.
Una vez que este triunfó, comenzó la lucha antidictatorial. El Comité Central de nuestro Partido definió que había que quedarse en el país, y siguió funcionando en la clandestinidad. Frente a la tortura, dijimos que había que derrotar a los torturadores con el silencio.
Hoy seguimos levantando en alto las banderas de nuestros mártires en la lucha antigolpista y dictatorial, honrando su memoria.
Nuestro pueblo no es manso.
Si bien los dictadores hirieron profundamente a la clase obrera y al pueblo, estos no se rindieron, y protagonizaron grandes ejemplos de lucha. Se levantaron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo; lucharon los obreros de Ford, se realizó un paro nacional en plena dictadura en 1979 y frente a la guerra justa de Malvinas el pueblo ganó las calles para defender la Patria. Nuestro suelo más querido había sido rendido a los ingleses por los genocidas, la bronca estalló y ante este panorama, la dictadura tuvo que preparar su retirada.
El pueblo conquistó la democracia en 1983, y se pudo abrir un proceso de juicios a las juntas que habían encabezado el llamado “Proceso de reorganización Nacional”; un gran logro, que fue limitado por los acuerdos entre Alfonsín y los militares.

Macri y la dictadura
La familia y los amigos de Macri fueron de los grandes beneficiados por la dictadura. Intentó, con la Ley del 2×1 que los genocidas salieran antes de la cárcel. Con masivas movilizaciones pudimos derrotar ese proyecto. Pero sus planes de ajuste no pasan sin represión; después de los asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel a manos de Gendarmería y Prefectura, aprobaron un decreto para que las Fuerzas Armadas puedan reprimir dentro del territorio, alientan el gatillo fácil e impulsan la baja de edad de punibilidad castigando a los y las más jóvenes.
Este 24 de Marzo tenemos que estar todos en la calle, empujando una gran unidad para honrar a los 30.000 compañeros/as detenidos/as-desaparecidos/as y para reclamar que se profundicen los juicios contra los genocidas que siguen libres; que se efectivicen las condenas de los que fueron juzgados; que las fuerzas armadas defiendan la soberanía nacional y no sean usadas para reprimir al pueblo; y que se terminen estas políticas de hambrear a los de abajo para enriquecer a los de arriba entregando el país a los imperialismos.