Se cumple hoy un año del asesinato a sangre fría de la militante popular brasilera, Marielle Franco. Era una fuerte opositora a la intervención militar de las favelas, llevadas a cabo por el entonces gobierno ilegítimo de Temer. Venía denunciando las barbaridades aplicadas por la policía militar en las barriadas populares de Río y de Acari. Los responsables políticos de su muerte siguen impunes, avalados hoy por el fascista Bolsonaro.
Marielle tenía 38 años, era socióloga, y se presentaba a sí misma como “negra, feminista e hija de la favela Maré”, de Río de Janeiro. El 14 de marzo de 2018 regresaba de un debate con jóvenes cuando su coche fue ametrallado.


Días antes de su asesinato había denunciado cómo policías del 41º Batallón de la PM aterrorizaban a los habitantes de la favela de Acari, en la Zona Norte. “Necesitamos gritar para que todos sepan lo que está sucediendo. Dos jóvenes fueron muertos. Hoy la policía caminó por las calles amenazando a los moradores. Pasa desde siempre y con la intervención se ha vuelto peor”, había dicho Marielle cuatro días antes, agregando “¿Cuántos más tienen que morir para que esta guerra acabe?”. Marielle es parte de una larga lista de dirigentes populares asesinados en Brasil en los últimos tiempos y es la primera mujer asesinada en este contexto. 
Recientemente uno de los acusados de haber participado directamente en la ejecución de la militante política fue detenido el pasado martes cuando salía de su casa de Barra da Tijuca, en Río de Janeiro, localizada en el mismo complejo de alto poder adquisitivo en el que Jair Bolsonaro tiene una residencia. Cuando hace un año Marielle y su chófer, Anderson Gomes, fueron asesinados, el hoy presidente fue el único candidato a la presidencia que no condenó el brutal crimen que cruzó la línea roja de la violencia política en Brasil.
A un año de su asesinato, seguimos exigiendo justicia por Marielle. Castigo a los responsables políticos y materiales de su asesinato.

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