Este año se cumplirán 100 años de la Revolución Rusa, esa extraordinaria experiencia socialista que alumbró el camino de los pueblos oprimidos del mundo. Fue protagonizada por las grandes masas, pero tuvo su líder indiscutible.

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Vladimir Ilich Uliánov, conocido simplemente como Lenin, nació en abril de 1870 en la ciudad rusa de Gorki. Desde joven militó en la izquierda política revolucionaria, abrazando al marxismo cómo guía para la acción y al socialismo como horizonte político por el que debía pelear la clase obrera.

Fue una figura clave del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), convencido de la idea de que la revolución sólo podría triunfar con la dirección del partido de la clase obrera.

Por su actividad política, fue encarcelada, enviado a la Siberia e incluso tuvo que exiliarse allá por 1903-1905. En 1905 estalló en Rusia la insurrección contra el régimen del Zar, Lenin regresó por un breve periodo de tiempo y vislumbró que comenzaba a abrirse el camino para la revolución socialista…la hora del pueblo.

El continuador de la teoría revolucionaria

Además encabezar la primera experiencia socialista del mundo, Lenin fue el continuador del marxismo. Escribió dos obras claves para el entendimiento de las contradicciones en el mundo capitalista: “El Estado y la Revolución” y “El imperialismo, fase superior del capitalismo”. A sus aportes al marxismo se los conoce como leninismo. Más tarde, con la Revolución China de 1968 se hizo popular la obra de Mao Tse Tung y hoy los revolucionarios del mundo nos identificamos como “marxistas, leninistas, maoístas”.

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La Revolución de Octubre

Lenin lideró el sector bolchevique de POSDR, frente al menchevique quienes estaban convencidos que la sociedad debía progresar hacia el socialismo por evolución natural derrotando al feudalismo zarista implantando una sociedad burguesa. En cambio los bolcheviques no planteaban evolución sino revolución: la insurrección proletaria inmediata y la toma del poder para la realización del socialismo.

Efectivamente, el 7 de noviembre de 1917 (25 de octubre según el viejo calendario ruso) triunfaba en Petrogrado, el levantamiento armado de los obreros, campesinos y soldados, conducidos por el Partido Comunista (bolchevique) de Rusia, dirigido por Lenin. La existencia de ese partido fue decisiva para que el proletariado conquistara y retuviera el poder, basándose en la alianza obrera-campesina. Construyendo su ejército revolucionario, y en una guerra civil revolucionaria que se prolongó por más de tres años, millones de explotados realizaron la epopeya histórica en la que, por primera vez en la historia de la humanidad, el proletariado pudo sostener su dictadura (derrotando la resistencia de las clases derrocadas, el asalto imperialista y el cerco contrarrevolucionario) y comenzar a construir una nueva sociedad.

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Su legado

Lenin falleció la tarde del 21 de enero de 1924, luego de pelear contra una larga enfermedad. Sobre su desaparición física escribió el peruano José Mariátegui: “la muerte de Lenin significa una pérdida inmensa para la Revolución (…) Pero ha tenido tiempo, afortunadamente, para cumplir la parte esencial de su obra y de su misión; ha definido el sentido histórico de la crisis contemporánea, ha descubierto un método y una praxis realmente proletarios y clasistas y ha forjado los instrumentos morales y materiales de la Revolución”.

Vida sencilla

Las habitaciones que ocuparon en el Kremlin, Lenin y su compañera Krupskaia, era muy modestas. Él nunca aceptó vivir mejor que como entonces vivían los obreros de la Unión Soviética. Dejó para sus visitantes los sillones de su despacho y retiró de él las alfombras que le habían colocado, porque él “tenía el despacho para trabajar y no para descansar y no estaba acostumbrado a andar sobre tapices”, dijo.

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