El pasado 8 de noviembre, el ultramillonario Donald Trump ganaba las elecciones presidenciales de Estados Unidos, cargo que asumirá el cargo el 20 de Enero de 2017. Se abre así, un nuevo período de cambios en esa superpotencia imperialista que tendrá consecuencias en nuestro país y Latinoamérica. El mundo cada vez más caliente.

nbc-fires-donald-trump-after-he-calls-mexicans-rapists-and-drug-runners
Rivales del Mismo Equipo

El año estuvo teñido por una disputa feroz entre los distintos sectores de la burguesía imperialista yanqui para ver quién quedaba de «gerente» del Estado de la superpotencia.
Además del discurso fascista de Trump y la hipocresía de Hillary pintándose de “progresista”, la campaña electoral también estuvo marcada por masacres como la de Orlando, y por el asesinato de más de 120 negros en manos de la policía.
Trump criticaba a la gestión de Obama y las anteriores por desproteger la economía yanqui, ante el avance de los chinos como potencia económica. Sintetizó su propuesta con su eslogan de campaña “hacer América grande de nuevo”.
Criticaba a Hillary por golpear en bloque a los chinos y a los rusos, favoreciendo la unidad entre ellos.
Pero estos rivales tiene un punto en común y luego del triunfo, vinieron las felicitaciones: “Esta noche felicité a Donald Trump y le ofrecí trabajar con él para conseguir lo mejor de nuestro país”, declaró Hillary. Por su lado, Trump en su primer discurso como presidente electo tuvo el mismo gesto: «Hillary ha trabajado mucho tiempo por nuestro país. Es una mujer luchadora y le debemos gratitud por su servicio. Lo digo en serio». Todo un señorito.
“Somos del mismo equipo” dijo el actual presidente Obama, luego de la reunión con su sucesor. “El mismo equipo” se refiere imperialismo yanqui.

¿Por qué ganó?

Trump se paró sobre la bronca de grandes masas trabajadoras golpeadas por la pérdida del trabajo y la caída de los salarios. Obama, que fue el primer presidente negro de la historia yanqui, fue la cara “simpática” para descargar la crisis mundial sobre su clase obrera y los países dependientes de esa potencia. Traicionó todas sus promesas electorales, indignando, sobre todo, a la juventud. Hillary Clinton, que viene de ser parte del gobierno de Obama, fue vista por grandes masas como la continuidad a esta situación.
Trump se presentó como el candidato contra “la globalización”, contra el establishment, incluso contra la dirección de su propio partido, y encaró una campaña que levantaba las consignas imperialistas, fascistas, racistas y machistas: la expulsión de inmigrantes indocumentados, impedir el ingreso de islámicos, y construir un muro en la frontera con México; entre otras. Al mismo tiempo prometió 25 millones de puestos de trabajo en 10 años, bajar los impuestos, poner barreras a las importaciones sobre todo de China, y romper tratados comerciales, para recomponer la potencia industrial, restaurar el sueño americano y la condición de primera superpotencia.
A Trump lo votaron principalmente ciudadanos blancos, de 45 años en adelante, sobre todo en las zonas tradicionalmente industriales de Estados Unidos que fueron duramente golpeadas por la crisis y las relaciones comerciales con China.

Solo no se la banca

Pero Trump no es un «loco» que llegó a la presidencia solo. Tuvo el apoyo político y económico de grupos poderosos: Nucor (la principal acería), Harold Ham (el “rey del fracking”), el grupo Murdoch, Jackson Welch (General Electric), fondos de inversión, los llamados “tiburones de Wall Street”, reyes del juego de Las Vegas, entre otros. También, de sectores del Pentágono (militares) muy críticos de la política de defensa de Obama.
Con Trump, Estados Unidos se prepara para la disputa de la hegemonía mundial, en un mundo con guerras comerciales y guerras convencionales en curso. Un mundo en donde el 1% de la población tiene una riqueza mayor que el 99% restante.

¿Se derechiza la gente?

A partir de los cambios de gobiernos, algunos con discursos y políticas fascistas, en distintas partes de América y el mundo, hechos como el Brexit, el golpe institucional a Dilma en Brasil y la difícil situación en Venezuela, se desató la campaña “todo es culpa de la derechización de la gente”.

Es cierto que han crecido fuerzas abiertamente de derecha y algunas fascistas. Pero esa campaña oculta el voto por la bronca contra las políticas que provocaron una masiva desocupación, el achique de los salarios, el doble discurso, etc. Un voto castigo a las derechas que ya estaban gobern ando, más allá de sus discursos. También esa campaña oculta, que pese al poderoso aparato político, mediático y cu ltural de los Estados imperialistas, surgieron corrientes progresistas, combativas, incluso antiimperialistas, como las que se expresaron en las manifestaciones desde el mismo día del triunfo de Trump, o la que paralizó la formación de gobierno en España durante un año con Podemos, o las huelgas y movil izaciones extraordinarias en Francia, Alemania, China y otros países.

Esta campaña es promovida por las clases dominantes para generar escepticismo en la posibilidad de cambios de fondo, revolucionarios.
Mientras haya opresión habrá rebelión, y los revolucionarios nos preparamos, teniendo en cuenta las experiencias históricas de la clase obrera y los pueblos, para que esa bronca de millones no la puedan canalizar variantes de las clases dominantes y encuentren respuesta a su sufrimientos en un camino liberador.

1458467601-01912957640100.jpg

Macri y Trump

“Mauricio Macri y Trump tuvieron una larga relación empresarial y de amistad. Desde 1979 hasta 1984, el grupo Macri quiso asociarse para construir un edificio de 150 pisos en Nueva York, en sociedad con el grupo Trump. El proyecto fracasó, y los Macri debieron conformarse con venderle el terreno al hoy presidente yanqui.
Trump visitaba a sus amigos, se alojaba en la quinta Los Abrojos (que usa Mauricio en sus fines de semana), o en la mansión de la familia en Punta del Este. “Me caen bien y creo que son una gran familia”, decía Trump. “Cada vez que lo visito voy a comer con él y su mujer”, declaraba Macri. Esa amistad los pinta bien a los dos.
Desde que asumió el gobierno, Macri se abrazó con Obama, para pagarle a los buitres y conseguir préstamos. Habló mal de Trump y apoyó a Hillary. Ahora está a las corridas para recomponer la relación con el nuevo mandamás yanqui. ¿Le enseñará Mauricio como olvidarse las promesas electorales, como “pobreza cero con trabajo de calidad”, al Trump que prometió 25 millones de puestos de trabajo?”

Fuente: Hora política Semanario Hoy nº1644

Datos:
·De los 231,5 millones de votantes habilitados, votaron 131,7 millones. (El 56.9%)
·El 75% de lo que consume una familia estadounidense es importado de China.

 

Deja un comentario