Así tituló esta santafesina el libro en que cuenta cómo pudo cambiar su vida, luego de pasar muchos años en situación de prostitución en Buenos Aires. Un relato crudo, pero que es como un faro para muchas otras. Hoy trabaja fuertemente en materia de prevención de VIH y en otras actividades a través de una ONG.
CHISPA : ¿POR QUÉ DECIDISTE CONTAR TU HISTORIA Y VOLCARLA EN UN LIBRO?
ELENA MONCADA: Escribir el libro fue la forma que encontré para canalizar el dolor. Empecé a escribirlo sin pensar en si lo iba a publicar o no, fue más como algo personal de necesitar exteriorizar lo que me pasaba. Siento que con el libro me saqué una mochila de encima. Es sanador. Y ahora encuentro que lo que me pasó a mí le pasó a mi les, hay muchas Elenas. Dudé al principio en publicar, pero hoy estoy cada vez más convencida de que fue una buena. Yo digo que soy como una artista, porque en la situación de violencia que se vive, una se maquilla y disfraza, escondiendo lo que te pasa poniéndote «bien» para el otro. Con este libro empecé a hacer un proceso, que me permite hoy poder pensarme como mujer, pensar mi cuerpo, en cómo cuidarlo.
CH: EN ESTE TIEMPO QUE LLEVAS DIFUNDIENDO EL LIBRO ¿CÓMO FUERON ESAS REPERCUSIONES?
EM: Excelentes. En el 2013 participe del Encuentro Nacional de Mujeres de San Juan donde pude presentarlo en una experiencia que me sorprendió. No pensaba que iba a poder llegar a tantas mujeres y no sabía que esperar. Empecé a recibir llamados de otras mujeres contándome sus historias…eso me hizo dar cuenta que iba por el camino correcto. Recién este año (2016) me di cuenta que no estoy equivocada que se puede elegir, que puedo hacer hablar a las mujeres.
CH : ¿CÓMO FUE ENCONTRARSE ESAS OTRAS MUJERES?
EM: Cuesta. Yo me paro hoy y entiendo que no puedo hablar de abolicionismo con las mujeres en situación de prostitución, porque no es fácil. Tampoco quiero decirles a las chicas que están en la esquina que deben y que no deben hacer, pero que me encantaría verlas en un lugar donde ellas realmente elijan estar, quiero que sientan que tienen una oreja que las escucha. Quien más que otra persona que estuvo en la misma situación para comprender. Yo soy abolicionista y feminista pero no soy extremista, prefiero la igualdad. Si he podido encontrar organizaciones con las que puedo trabajar, pero también entiendo a las mujeres y lo difícil que es estar en esa situación.
CH: HOY HAY UN AVANCE DE LOS SECTORES QUE PLANTEAN LA PROSTITUCIÓN COMO UN TRABAJO. ¿CUÁL ES TU OPINIÓN?
EM: Cada uno tiene su ideología. Pero no puedo hablar de la prostitución como un trabajo, porque no lo es, es una situación donde las mujeres sufren violencia constantemente de todo tipo, donde no pueden pensarse como mujer. Es una situación que las mujeres no elijen. No quiero dar la discusión sobre si es trabajo o no es trabajo, porque no manda ría a mis hijas a una esquina, no se lo desearía a nadie. Quiero que cuando lea n el libro puedan entender que no están eligiendo estar ah í. No quiero que la gente diga que son putas y les gusta la v ida fácil. La gente tiene que entender que esas mujeres necesitan ayuda y que no lo eligen. Yo no lo elegí.
CH: ¿QUÉ MEDIDAS PENSÁS QUE SE TENDRÍAN QUE TOMAR PARA QUE LAS MUJERES QUE ESTÁN EN SITUACIÓN DE PROSTITUCIÓN PUEDAN SALIR?
EM: Deberían tomarse políticas públicas integrales. Que las mujeres que elegimos cambiar nuestras historias tomemos lugares de acompañamiento. Yo tengo 3º grado sin terminar y no me avergüenzo, pero es real que no me darían un puesto de trabajo. Eso no me impide hoy dar consultorías y dar cátedra a los efectores de salud; algo que hacemos gratis por la falta de las políticas públicas. Se necesita que todo lo que nosotras hacemos se sostenga, que se sostengan las campañas y para eso se necesita destinar un presupuesto para las mujeres que llevamos adelante este trabajo y que se hagan más capacitaciones. No sólo hay falta de estadísticas, creo que no tenemos políticas públicas para las mujeres lo cual dificulta mucho que una mujer pueda salir de esta situación sin tener una ayuda integral y un acompañamiento.
LA PROSTITUCIÓN NO ES TRABAJO
Quienes consideran a la prostitución como trabajo libremente elegido, con pleno consentimiento, lo hacen desde la teoría del contrato: un acuerdo de voluntades entre personas libres y utónomas. Una compraventa “entre iguales”. La mujer en situación de prostitución supuestamente “contrataría”, con el “cliente”, el uso de su cuerpo o de ciertas partes del mismo, por un tiempo determinado. Su cuerpo es la mercancía, el objeto. El cliente es el que tiene el dinero para pagar el precio. ¿Cuáles serían las condiciones de igualdad en este contrato sexual?
Varones y mujeres somos social, política y económicamente desiguales. El capitalismo, que se basa en la explotación de clases, consolida también las desigualdades de género y los pactos patriarcales entre varones que consagran su derecho a disponer de los cuerpos de las mujeres. La posición social, el lugar dentro de la familia, los mensajes culturales, los mandatos impuestos, etc., limitan seriamente la autodeterminación de las mujeres, llegando a anular o impedir las posibilidades de un “consentimiento prestado en libertad” (…) No es lo mismo vender la fuerza de trabajo que mercantilizar el propio cuerpo. No se puede justificar el uso de otra persona como si fuera una cosa, una mercancía. (…) Las mujeres no “se prostituyen”, son prostituidas: en forma inmediata, por clientes y proxenetas protegidos por el Estado y, a la vez, compelidas por necesidades económicas, por presiones y violencias de todo tipo y por los mensajes culturales sobre las “necesidades” de los varones y por las ideas de que “una mujer siempre tiene algo para vender”. (Fuente: “Nuestras Vidas, Nuestras Luchas”, Editorial Ágora)
¿QUÉ ES EL ABOLICIONISMO?
El abolicionismo es una posición política que han tomado algunos Estados frente al debate de la prostitución. Prohíbe la explotación organizada de la prostitución, no penaliza su ejercicio individual. Argentina ha ratificado el “Convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación ajena”- aprobado por las Naciones Unidas el 2 de noviembre de 1949. Este tratado, junto a la Convención para eliminar toda forma de discriminación contra la mujer, incorporada a la Constitución en 1994, consagra al país como abolicionista.
En palabras de la Campaña Ni una víctima más en las redes de prostitución: El abolicionismo pretende un mundo sin prostitución. Pero ello no puede ser el resultado de la represión, sino de sociedades y Estados capaces de generar puestos de trabajo y condiciones de vida dignas, vivienda, salud y educación para todas las personas y particularmente para las mujeres en situación de vulnerabilidad social. También es preciso cambiar las ideas y las prácticas que instauran la desigualdad entre varones y mujeres, que significan para éstas mayor pobreza, menores recursos, descalificación, consideración como objetos sexuales o como meras máquinas de reproducir seres humanos. Con estos objetivos, hoy ser abolicionista es luchar contra la represión de las mujeres y demás personas en situación de prostitución y contra toda forma de promoción o facilitación de la prostitución, de trata y de explotación de la prostitución ajena, ya sea por parte de los estados, de fiolos, proxenetas, organizaciones mafiosas, medios de prensa u otras formas de publicidad”.